21 diciembre 2007

El mejor Regalo

Dos enfermos ocupaban la misma habitación de un hospital. Uno de ellos estaba junto a la única ventana del cuarto. El otro debía permanecer todo el tiempo en su cama tendido sobre su espalda.

Los hombres se pasaban el tiempo conversando y el enfermo que estaba cerca de la ventana le describía a su compañero de cuarto las cosas que podía ver desde allí: un hermoso lago, cisnes, niños jugando con sus pequeños barcos de papel. Jóvenes enamorados que caminaban abrazados entre flores de todos los colores del arco iris. Grandes y viejos árboles que adornaban el paisaje.

La descripción era tan hermosa que el enfermo de la otra cama podía cerrar sus ojos e imaginar tan pintorescas escenas.

Un día la enfermera llegó a la habitación y descubrió el cuerpo sin vida del hombre de la ventana. Después de sacar el cuerpo, el otro hombre preguntó si podía ser trasladado cerca de la ventana. Así lo hicieron; lenta y dolorosamente se incorporó para ver desde la ventana. Lo que vio fue una pared blanca; preguntó a la enfermera porque el recién fallecido le describía escenas hermosas cuando sólo había una pared.

La enfermera le contestó que ese hombre era ciego. "Quizá él solamente quería darle ánimo."

Hay una tremenda felicidad al hacer a otros felices, a pesar de nuestros propios problemas. Compartir las penas es dividir el sufrimiento, pero compartir la felicidad es duplicarla.


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